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Estilos de desarrollo, energía y medio ambiente. Estudios e Informes de la CEPAL.

1983

17
CIENA

Este estudio de caso exploratorio tiene por propósito intentar una respuesta a la pregunta siguiente: es posible concebir estilos de desarrollo que necesiten menos energía por habitante y por unidad de producto bruto de la que sería necesaria de persistirse en el estilo actual, y que se puedan sustentar en una base energética más diversificada y menos dependiente de los hidrocarburos?. El análisis no pretende, por cierto, dar respuestas definitivas a ésta y otras interrogantes similares, sino que examinar el problema de la energía desde el ángulo de los estilos de desarrollo y del impacto que tendrían las diversas alternativas energéticas sobre el medio ambiente latinoamericano, usando para ilustración el caso particular de Chile.. El estilo de desarrollo dominante en el mundo de hoy se caracteriza por la utilización generalizada del petróleo como fuente energética; por el crecimiento relativamente más rápido de industrias tales como la petroquímica, la de vehículos automotores, la de los medios de comunicación y la de artefactos electrodomésticos; por el aumento en la densidad de capital por hombre empleado, y por el tamaño y concentración geográfica de la población y la actividad económica. Este estilo característico del desarrollo estadounidense se ha ido haciendo cada vez más homogéneo, superando las características nacionales para convertirse en el estilo transnacional dominante.. Sin embargo, la penetración cada vez mayor del estilo transnacional de desarrollo, y la tendencia a la homogeneización, se han visto constreñidas por las estructuras económicas, tecnológicas y sociales de los países a los que llegan, que tienen su propia dinámica, por lo general mucho más lenta y rígida. Así, a pesar de la fuerte penetración del estilo transnacional en las sociedades europea y japoneza, éste no las ha logrado transnacionalizar completamente, y el nuevo estilo coexiste en alguna medida con características heredadas de la fase anterior del capitalismo industrial. Esto ha significado en muchos casos una utilización más cuidadosa y prudente que en los Estados Unidos del espacio, el agua, la energía, y los recursos naturales.. El presente estudio examina en un primer paso la situación energética de cuatro países desarrollados: Estados Unidos, Suecia, Francia y Japón, concluyendo que el objetivo de alcanzar niveles elevados de industrialización y bienestar no implica necesariamente como requisito el alcanzar los altísimos niveles de consumo de energía que caracterizan a los Estados Unidos. Dicho objetivo puede lograrse con una intensidad de consumo energético entre 30 y 50 por ciento menor, como indican las comparaciones con la situación actual de Suecia, Francia y Japón, en virtud de las diferencias que aún persisten entre esos países y los Estados Unidos en cuanto a estilos de desarrollo. En el estudio se examinan los patrones de consumo de energía de estos países y la forma en que ellos han evolucionado, utilizando como indicadores el consumo de energía por habitante y por unidad de producto geográfico bruto (global y sectorial), la distribución relativa según fuentes primarias, y el coeficiente de electrificación. En un segundo paso, el estudio construye, para el caso chileno, en un horizonte de 30 años, diferentes escenarios de demanda y oferta de energía, vinculándolas con el estilo de desarrollo vigente (escenario de referencia) y con dos escenarios (A y B) correspondientes a posibles estilos alternativos de desarrollo. El escenario A se construyó suponiendo alteraciones poco significativas del estilo de desarrollo vigente, destacando sólo el ahorro de energía. El escenario alternativo B se concibió a partir de la introducción de modificaciones sustanciales en algunos de los procesos más característicos del estilo de desarrollo dominante.. El ejercicio obtuvo, en primer lugar, estimaciones de la demanda futura de energía, distribuída por sectores y por productos energéticos; a continuación, analizó los cambios en la estructura de la oferta por fuentes primarias de energía, para luego sacar algunas conclusiones respecto de la viabilidad del esquema de abastecimento en términos de los recursos naturales disponibles. Finalmente, estimó los impactos ambientales de los cambios en el nivel y la composición de la oferta.. El análisis comparativo de escenarios permite afirmar que, mediante ciertos cambios del estilo de desarrollo, sería posible reducir el consumo total de energía en alrededor de 20 por ciento y el de hidrocarburos en alrededor de 50 por ciento con respecto a la tendencia normal, o escenario de referencia: cabría explorar en futuras investigaciones las diversas implicaciones de semejante afirmación.. La considerable sustitución que se podría lograr en el uso de hidrocarburos disminuiría en alrededor del 50 por ciento la inversión en el sector energético. Esto permitiría, por una parte, financiar con creces la expansión de las fuentes no tradicionales de energía, para dar paso a una estructura de oferta mucho más diversificada y equilibrada. Por otra parte, se podrían realizar inversiones vinculadas a transporte colectivo, vivienda popular rural y urbana, organización del espacio, aprovechamiento de residuos y desperdicios y recursos naturales locales, que son justamente las que requiere para materializarse el estilo alternativo de perfil energético moderado.. En cuanto a los impactos ambientales que se estimaron potencialmente más significativos, las conclusiones fueron las siguientes: la ocupación de espacio es mayor aproximadamente en un tercio en el escenario B respecto del escenario de referencia y del escenario A, siendo similar en estos dos últimos; el escenario de referencia presenta mayores emisiones de contaminantes líquidos y gaseosos que A y B (64 y 22 por ciento respectivamente); las emisiones sólidas son semejantes en los tres escenarios; el consumo de agua es también parecido en los tres casos.. El estudio no hace comparaciones cuantitativas entre las inversiones ahorradas en el sector energético y las exigidas por el cambio de estilo; pero parece probable que, en lugar de plantear que el aumento de las inversiones energéticas para sostener la tasa de crecimiento se haga a costa de sacrificar seriamente inversiones en sectores sociales y productivos, esta estrategia tendría como objetivo principal el mejoramiento de las condiciones de vida de la mayoría más pobre de la población, incluso con fuertes incrementos de sus consumos energéticos excesivamente bajos..

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